Dentro de la economía existen dos grandes ramas para
analizar la satisfacción que reportan las personas
frente a los productos y servicios que consumen.
El primer enfoque - el enfoque de la Preferencia- es
fundamentalmente teórico, y supone que podemos
introducirnos en la mente de las personas, visualizar nítidamente sus pensamientos y como
consecuencia, tener la capacidad de establecer un ordenamiento concreto
de las canastas de consumo involucradas, en
función de la satisfacción que le reportan.
El segundo enfoque - el enfoque de la Elección-,
al contrario del primero, es esencialmente
práctico. El enfoque de la Elección sostiene que lo más importante es observar el
comportamiento del consumidor, y a partir de dichas observaciones generar un perfil
de satisfacción frente a las canastas de consumo involucradas.
El objetivo final de este
enfoque es el mismo que el de la Preferencia, ordenar las canastas de consumo en función
de la satisfacción que le reportan al consumidor, pero en este segundo caso el ordenamiento
está basado únicamente en datos observados.
No nos imaginamos nada, y no suponemos
que podemos "ver los pensamientos del consumidor". Nuestro análisis solo se basa
en el comportamiento observable de la persona.
En el mundo del cine es posible
encontrar muchas referencias a la idea de poder entrar
en la mente de las personas, observar e incluso controlar lo que piensan. La película
Abre los Ojos (Amenábar, 1997) [1]
cuenta la historia de César, un joven que resulta desfigurado del
rostro en un accidente automovilístico provocado por una joven que lo acosaba.
Después de ese accidente su vida anterior se desploma; Sofía, la chica que le atrae, lo
rechaza y se niega a continuar lo que había iniciado antes del accidente y que parecía
sería una relación muy especial entre ambos. Pelayo, su mejor amigo, sin tanto dinero y
con mucha menos suerte en el amor, termina en esta ocasión quedándose con Sofía.
La situación no puede ser peor para Cesar; sin embargo, un buen día, despierta de una
borrachera y su vida comienza a recomponerse radicalmente, un milagro médico le
regresa el rostro, retoma su relación con Sofía y Pelayo termina aceptando que como
siempre César se quede con la chica que quiere.
Fuente de la imagen: Abre los Ojos (Amenábar, 1997).
Lo que comienza siendo una reconstrucción milagrosa de vida, se convierte de poco
en poco en una espantosa pesadilla. Cesar no entiende lo que está pasando, pero
en cada situación y en cada crisis parece estar siempre cerca un personaje de la televisión
que habla de la vida después de la muerte y de cómo es posible acceder a eso con sólo
pagar el servicio que proporciona su compañía. Cuando por fin entiende que
las respuestas que busca están ahí, César se da cuenta que
está soñando y pide que la compañía lo despierte.
Esta historia hipotética refiere dos factores que juegan un papel clave para
hacer posible la "segunda oportunidad" de Cesar después del accidente:
la mente y la realidad virtual,
no separadas como hoy podemos aun entenderlas,
sino amalgamadas en algo que ya no es posible diferenciar. Cesar firmó
un contrato para vivir en la época que él conoce, con la gente que él conoce.
La compañía es capaz de leer la mente de su cliente,
entender su psicología,
entender la cosmogonía de los personajes que están en su vida, y posteriormente,
crear un escenario virtual en el que César se puede mover y con el que
puede interactuar. Ese escenario virtual, o
mejor aún, ese mundo virtual,
no funciona independientemente a las acciones y pensamientos de César,
sino antes al contrario, opera en función de sus "pensamientos" y "deseos".
La compañía puede leer esos pensamientos "un segundo después de que han
ocurrido", y sin lugar a duda sabe lo que César está pensando.
Neuromárketing de hoy, edad de piedra de mañana.
La travesía para leer y entender la mente humana con ayuda de las máquinas
se asemeja a aquellos intentos a los que se
refiere Carl Sagan cuando describe esas pequeñas naves
apenas asomándose al Universo como un intento de la humanidad para
"regresar" al lugar al que pertenece. [2]
Los sistemas para realizar un encefalograma, y los otros
dispositivos que registran la estimulación sensorial - como el movimiento
de los ojos, la sudoración, el ritmo cardiaco y la dilatación de las pupilas- representan esas
"pequeñas naves" de las
que habla Sagan, sólo que en este caso se dirigen a
otro Universo; tienen otra travesía.
La inteligencia artificial, el aumento
exponencial de la capacidad de memoria y procesamiento de datos, además de
los avances en las ciencias médicas y la
maduración del internet de las cosas,
serán algunos de los factores más importantes que harán posible
que esa travesía se acerque a buen puerto.
Las implicaciones éticas de un mundo en el
que la realidad virtual se entrelaza
indisolublemente con la realidad física, no son materia de la entera preocupación
de una sociedad como la que habita el planeta al comienzo del siglo XXI.
Existen muchas problemáticas concretas y prioritarias para cada sociedad, y al
enfrentar sus propias problemáticas, nuestras sociedades preparan el camino
para que las futuras generaciones entiendan su realidad y se pongan de
acuerdo respecto a lo que está bien y lo que no, respecto a lo que es
justo y lo que no.